“Voxiferar: Acción tendente a favorecer el crecimiento electoral de la extrema derecha mediante una utilización más agresiva y exagerada del lenguaje político”. Esa podría ser la última novedad política del año en España: la definitiva rendición del Partido Popular al estilo y al lenguaje de Vox.
Atrás queda aquella imagen de Pablo Casado en octubre del 2020, esforzándose en marcar distancias con el partido de la extrema derecha, durante la moción de censura que Santiago Abascal había presentado contra Pedro Sánchez después de más de medio año de epidemia. Aquel discurso de Casado fue saludado con entusiasmo por no pocos medios de comunicación, que alabaron su “giro al centro”. Algunos observadores disconformes con la heterogénea composición política de la actual mayoría parlamentaria, entrevieron entonces la posibilidad de un diálogo entre los dos grandes partidos que condujese a medio plazo a un nuevo escenario, con la ayuda de lo que queda de Ciudadanos. Las elecciones del pasado mes de mayo en la Comunidad de Madrid rompieron esa dinámica y hoy el líder de la oposición ‘voxifera’.
Se materializa así en España una corriente perfectamente visible en otros países europeos y americanos: el lenguaje y el punto de vista de la extrema derecha vampiriza a las formaciones conservadoras convencionales, asustadas por la pérdida de base electoral. Queda por ver si la mayoría de la sociedad española se siente cómoda ante la ampliación del coro ‘voxiferante’. Esto lo empezaremos a saber a lo largo del 2022, en función de cómo evolucionen la epidemia y la economía.
Pablo Casado parece muy preocupado por la evolución de los sondeos, esa burbuja obsesiva que persigue a todos los líderes políticos. En estos momentos en España se publican cada semana entre tres y cinco encuestas sobre intención de voto, hecho insólito en un país en el que todavía faltan dos años para concluir la legislatura. Los últimos sondeos indican una subida de Vox y un descenso del PP, lastrado por la pugna interna entre el esforzado presidente del partido y la presidenta de la Comunidad de Madrid, la ubicua Isabel Díaz Ayuso, que ya ejerce de ‘líder natural’ de la derecha española.
Díaz Ayuso tiene tirón entre los votantes de Vox; Casado, menos. Eso dicen los sondeos y eso explica el actual ‘voxiferar’ del hombre de Palencia. Una segunda victoria contundente de Díaz Ayuso en las elecciones autonómicas de Madrid (mayo 2023), podría dejar a Casado contra las cuerdas si en los próximos meses no logra remontar bien en los sondeos.
Ante esa fatídica coyuntura, Casado ha decidido levantar la voz para llamar la atención del público y entrar en una mayor confrontación con el Gobierno. Miedo a la invisibilidad. Miedo a convertirse en un líder irremediablemente subalterno. Como siempre, el anzuelo preferido es Catalunya y la lengua catalana.
El PSOE tiene sus propios datos, no sólo referidos a la intención de voto. Sus sondeos cualitativos, elaborados a partir de ‘focus group’, señalan una gran hartazgo ciudadano ante la continua crispación del debate público. Por esa razón, Pedro Sánchez reitera en las últimas semanas que la gente está hasta la coronilla de tanta crispación. El presidente del Gobierno también trabaja con una radiografía social. datos.
Como todo en la vida, ‘voxiferar’ también exige arte. Pablo Casado, un hombre de talante muy cordial en el trato personal, aparece desenfocado cuando fuerza el tono o suelta palabrotas en el Congreso. Sobreactúa y el público lo percibe así. Esa sobreactuación coloca al líder del PP en posición objetiva de debilidad. El presidente de la Xunta de Galícia, Alberto Núñez Feijóo, le pidió ayer “serenidad”.
La extrema derecha cobra los réditos de esta peculiar coyuntura y va tejiendo una agenda ambiciosa. Vox ya no es un grupúsculo afortunado por la insensata repetición electoral de noviembre del 2019. (Uno de los principales errores cometidos por Sánchez desde que llegó a la Moncloa). Vox cuenta hoy con importantes apoyos económicos y con una agenda internacional remarcable. Es el aliado de Jair Bolsonaro en Brasil y de Víktor Orbán en el Este de Europa. En enero convocarán en Madrid una cumbre de todas las derechas populistas europeas.
Lejos de levantar vuelo en las encuestas, tanto ‘voxiferar’ puede ser una trampa mortal para Casado, que deja en manos de Sánchez y de la izquierda la posibilidad de aparecer como la única solución viable para una España siempre al borde del gran incendio. Reivindicar el 25% de castellano en las aulas catalanas, conforme a una sentencia judicial, genera consensos en el conjunto de España y también en buena parte de la sociedad catalana. Tener la desfachatez de calificar de ‘nazis’ a los defensores del catalán enciende a la mayoría social catalana y dibuja un futuro muy sombrío sobre las posibilidades de convivencia en este país, un futuro siniestro que la mayoría social española tampoco desea. Esa es la trampa. Se llama ‘voxiferar’.
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