El PSOE de nuevo más cerca de la oposición que de los que son sus socios de Gobierno

Una vez más, el PSOE vuelve a la senda del Partido Popular, mostrándose reticente a cumplir con todo lo que prometió para llegar a la Moncloa y delatando una identidad, que parece ser la verdadera, muy distinta a la que mostró en campaña. Sospechas previas aparte, los últimos acontecimientos indican que los compromisos —que los propios socialistas se encargan de hacer añicos con sus idas y venidas— con la clase obrera habrían sido un mero trámite para llevar a Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. Llegado el poder, el PSOE del progreso parece, más bien, un espejismo.

Las posiciones políticas que ha tomado la formación de Sánchez en numerosas ocasiones han colocado al PSOE junto al Partido Popular, Ciudadanos e incluso Vox —que, significativamente, veía con buenos ojos la propuesta socialista para los alquileres—. Y no es casualidad. En las veces que, por el contrario, los socialistas han cedido en una iniciativa progresista, Unidas Podemos ha tenido que jugar un previo papel fundamental de presión, diálogo y pedagogía. Y no para convencer al PSOE, sino para llevarle a hacer lo que —por compromiso ético y democrático con la ciudadanía— debería hacer por voluntad propia: cumplir con el acuerdo de coalición.

Un pacto que incluye iniciativas que el propio Sánchez se encargaba de prometer en campaña, como la derogación de la reforma laboral o la eliminación de la denominada Ley Mordaza. ¿Por qué, entonces, el PSOE da continuos cambios de rumbo que dificultan el cumplimiento de lo acordado con la formación morada? Quizás, la realidad sea más cruda de lo que a muchos gustaría. Y es que los hechos demuestran que, si el PSOE encontrase un espejo en el que mirarse, sería al Partido Popular a quien se encontraría en el reflejo. Un —nuevo— giro a la derecha que ratificaba el acercamiento con Felipe González —crítico con el actual líder socialista y contrario a la coalición con Unidas Podemos— y el regreso de Antonio Hernando —quien traicionó a Sánchez al sumarse a la maniobra con la que se le echó de la Secretaría General del partido— en el recién celebrado 40º Congreso del partido.

Una situación que evidencia que ha sido el ala más conservadora del PSOE la que ha dominado el Congreso y, por ende, tratado de dinamitar la coalición. Cabe recordar que los socialistas obstaculizaron proyectos impulsados por sus socios de Gobierno como la Ley Trans, la subida del Impuesto de Sociedades a las grandes empresas o la recién acordada Ley de Vivienda. Iniciativas de las que, tras ser aprobadas en base a la insistencia del partido liderado por Ione Belarra, los socialistas no han dudado en presumir para intentar quedarse con el mérito. En su momento, dichos impedimentos alinearon al PSOE con la derecha y la ultraderecha —e incluso a organizaciones vinculadas como Hazte Oír—, contrarios a todas y cada una de las propuestas mencionadas. La formación de Sánchez también coincide con los de Pablo Casado y los de Santiago Abascal en cuestiones como la defensa de la monarquía.

En las últimas horas, el PSOE también se convertía en la pieza clave y el necesario cómplice de la mayoría conservadora en la cúpula judicial —cuyos miembros llevan casi tres años con el mandato caducado debido al bloqueo de los populares en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)— para retirar el acta de diputado a Alberto Rodríguez, una decisión finalmente tomada por la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Simultáneamente, los socialistas apostaban públicamente por Nadia Calviño desautorizaban a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en lo referente a la negociación de la derogación de la reforma laboral.

Ambas actuaciones eran celebradas por la derecha y la ultraderecha. Especialmente la segunda, ya que fue el gobierno de Mariano Rajoy quien aprobó en 2012 la reforma laboral que ahora el PSOE parece reticente a eliminar. Una maniobra que podría ser también una forma de desgastar políticamente a Díaz ante sus éxitos políticos y el consecuente apoyo ciudadano obtenido. Ahora, Belarra podría convertirse en la nueva víctima del Régimen del 78. El Foro Libertad y Alternativa se ha querellado conta la secretaria general de Podemos por criticar el caso de lawfare o guerra jurídica contra el que fuera diputado canario. Resulta reseñable que entre los fundadores se encuentren los expopulares Jaime Mayor Oreja —ministro de Interior con José María Aznar— y Alejo Vidal-Quadras —antiguo parlamentario europeo—.

Y es que la “cacicada” contra Rodríguez amparada por el partido de Sánchez es un peligroso precedente en la democracia española, cuyos pilares se han tambaleado de nuevo con esta última maniobra del poder judicial, político y mediático. Un operativo que ha vuelto a evidenciar cómo opera realmente el PSOE —ya, sin esconderse en la sombra— y cómo este se encuentra del todo alejado de un proyecto verdaderamente progresista, ecológico y preocupado por el bien común. Paradójicamente, los intereses que la formación socialista ha hecho evidentes —claramente cercanos a la cúpula empresarial y el ideario promovido por Casado— dejan al PSOE más cerca de la oposición que de los que son sus socios de Gobierno. Y es que, en ocasiones como esta, las similitudes se convierten en un factor decisivo que habla por sí solo.

El PSOE vuelve a la senda del PP

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