El aumento de la represión y el nuevo “negacionismo” que perdona todo al Gobierno “progresista”


Cientos de policías antidisturbios impiden manifestación por la libertad de expresión en Madrid el sábado 20. Foto: MAR

El sábado 20 participamos con nuestras compañeras y compañeros de Contracorriente y la CRT en la movilización en solidaridad con Pablo Hasél y por la libertad de expresión. Y una vez más volvimos a vivir una escena de lesa dictadura: el gobierno “más progresista de la historia” nos envió un enorme dispositivo policial, decenas de lecheras y cientos de antidisturbios que nos rodearon, nos impidieron avanzar en manifestación, nos hostigaron, nos encerraron y nos obligaron a hacer cola para salir de una en una, con los cascos puestos y las armas cargadas, pidiéndonos el DNI y haciéndole una foto con el móvil.

Un ejemplo más del clima policial y represivo que está generando un Gobierno que prohíbe movilizaciones y que envía las fuerzas policiales contra una juventud que sale a protestar porque encierren a un rapero por sus tuits y canciones contra el régimen monárquico. Un escándalo internacional este encarcelamiento que ha ocupado las portadas de todos los medios internacionales y que incluso ha llevado al nada sospechoso de izquierdista Consejo de Europa a instar al Estado español a que modifique el código penal y la ley mordaza “por su potencial represivo”.

Desde izquierda Diario y en las redes sociales, nosotras y muchísima gente ha denunciado esta situación. Ante esta denuncia elemental, sin embargo, hay todo un sector de groupies del Gobierno y especialmente de Unidas Podemos, que reaccionan de un modo tan virulento como irracional, diciendo sandeces como que la Delegación del Gobierno central en Madrid que nos prohíbe las movilizaciones no tiene nada que ver con el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos, sino que está en manos de Ayuso, o que la Policía Nacional dirigida por el Ministerio del Interior es cosa del PP. Y en el mejor de los casos, que esto es cosa del PSOE, pero que Unidas Podemos no tiene nada que ver con la cosa.

Son los nuevos negacionistas, una corriente fanática que le perdona todo al Gobierno “progresista” aunque toda la experiencia hecha hasta ahora muestre que de “progre” no tiene nada. ¿Por qué ese empeño irracional en negar la evidencia, en afirmar taxativamente falsedades como esa? Porque es el Gobierno central el que nos prohíbe las movilizaciones a través de su delegado en Madrid, el Sr. Franco. Y son ellos los que nos envían la Policía Nacional.

La nueva variante “progresista” del negacionismo empieza por negar que este Gobierno se debe al orden y la ley del IBEX 35 y que el PSOE es un partido pilar del Régimen monárquico nacido en 1978. Por mucho que Unidas Podemos y su club de fans se empeñen en embellecerlo, muchas nos acordamos de aquello que gritábamos el 15M: “¡PSOE, PP, la misma mierda es!”. Es con ese PSOE que Podemos e Izquierda Unida están gobernando, integrados plenamente en el Régimen contra el que hace 10 años nos levantamos desde las plazas.

Y encima nos dicen que criticar al Gobierno es hacerle el juego a la derecha. ¡Pero si es un Gobierno que lo único que ha hecho es tener políticas de derecha! Por eso no ha cerrado los CIEs, ha gastado infinitamente más en ayudar a las grandes empresas que a las familias trabajadoras, ha permitido la huida del rey, no deroga ninguna de las dos reformas laborales. ¡Ni si quiera la ley mordaza!

Y la realidad, aunque muchos se empeñen en negarla, es que Unidas Podemos ha avalado todo esto siendo parte del Gobierno. Es más, le ha hecho el enorme favor al PSOE de darle una pátina de aparente progresismo, en vez de denunciarlo como lo que es: un partido monárquico, imperialista y agente del IBEX35. Pero la cuestión es aún peor, porque Podemos es Izquierda Unida no solo son parte del mismo Gobierno que el ministro Marlaska que nos envía a la policía, sino que cierran filas y hacen política activa para proteger al partido de “la cal viva”, por ejemplo, cuando votan en contra de que se investigue a Marlaska por el caso de Mikel Zabalza.

Los nuevos negacionistas, que actúan como club de fans de Unidas Podemos, contribuyen además a la peligrosa normalización de prohibición de las movilizaciones y de la criminalización a los que desafiamos esas prohibiciones en lugar de denunciar lo profundamente antidemocrático de prohibir el derecho a la protesta según el capricho del Gobierno, porque no olvidamos que han permitido movilizaciones de la extrema derecha. La última, este domingo han autorizado la movilización de grupos franquistas en Madrid para “celebrar la liberación de Madrid”.

Contra esta ofensiva antidemocrática es que desafiamos esas prohibiciones para salir a defender la sanidad y todos los servicios públicos, para luchar el 8M por los derechos de las mujeres, en defensa de la libertad de expresión y las libertades democráticas, contra la precariedad… Y lo seguiremos haciendo, porque si algo nos ha enseñado la gestión capitalista de esta pandemia es que nos va la vida en ello.

Por eso, cuando los mismos negacionistas nos dicen que en Madrid este 4M votemos al “mal menor” de nuevo, tenemos que acordarnos de que el Gobierno del PSOE y UP es el que ha seguido incluyendo una fortuna para la familia real en el presupuesto mientras la sanidad clamaba por más medios para hacer frente a la pandemia; tenemos que acordarnos de que este Gobierno tan progresista es el que se ha arrodillado ante las grandes mafias farmacéuticas votando en contra de liberalizar las patentes de las vacunas para salvar cientos de miles de vidas. Los mismos que además prohíben la protesta para que nos quedemos en casa mientras siguen gobernando para los capitalistas. Una política que no se restringe al Estado español, ya vemos como distintos estados europeos pretenden reforzar la legislación represiva, como la iniciativa para dar más poder a la policía británica para impedir y detener manifestaciones que ha despertado potentes movilizaciones en Bristol durante estos últimos días.

Para nosotras que somos anticapitalistas y revolucionarias, mal que les pese a los nuevos negacionistas, no es ninguna alternativa votar a los que protegen los intereses de los que más tienen, de votar a los que nos reprimen y desde la pandemia han buscado imponer un virtual estado de excepción permanente para que no podamos movilizarnos contra los ataques que ya nos hacen y los que vendrán y tratar de frenar esa oleada de estallidos sociales que hasta el FMI vaticina.

No es una alternativa reeditar el mal menor en Madrid, de la mano de ese Gabilondo contra el que hicimos el 15M, con los mismos que llevan un año demostrándonos lo que no están dispuestos a hacer desde el gobierno Central y con los que desde la penosa experiencia del “Ayuntamiento del Cambio” de Manuela Carmena atacaron los centros sociales y negociaron la operación Chamartín e incluso incluyendo a Ciudadanos, si les hace falta. Tenemos que frenar a la extrema derecha, que por cierto ha crecido durante el Gobierno “progresista” aprovechando incluso la crisis social para hacer demagogia con un discurso populista reaccionario, pero eso no podemos hacerlo apoyando o votando a quienes llevan adelante políticas de derecha.

No tenemos tiempo para males menores, para hacerle la campaña a Pablo Iglesias como hacen algunos que se dicen de “izquierda revolucionaria”, ni para esperar e ir trabajando para los próximos años mientras nos plegamos a este mal menor, como llaman a hacer los compañeros de Anticapitalistas. No podemos permitirnos seguir siendo espectadores, es momento de organizarnos para poner en pie una verdadera izquierda alternativa e independiente del IBEX, dispuesta a luchar contra este régimen monárquico para ricos y su represión y por imponer las medidas urgentes para que las mayorías populares y trabajadoras no paguemos su crisis. Una izquierda revolucionaria y anticapitalista que solo puede surgir si combatimos la lógica del mal menor que nos lleva a la desmovilización y a conformarnos con reformistas sin reformas que vienen a apoyar a los mismos partidos del régimen de siempre, para que nada cambie. No tenemos tiempo que perder.

Lucía Nistal

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