Solidaridad en busca del mayor tonto de los obreros, para que le vote



Rodrigo Alonso, empresario de telecomunicaciones, portavoz adjunto en el Parlamento Andaluz y dirigente de Vox en Almería (bastión andaluz de la ultraderecha), ha sido elegido secretario general del Sindicato para la Defensa de la Solidaridad de los Trabajadores de España, más conocido como Solidaridad, el “sindicato” impulsado por Vox.

La organización ultraderechista ha aprovechado la asamblea para presentar su programa y ha sido arropada tanto por dirigentes del partido político impulsor como por Francesco Paolo Capone, secretario general de la UGL italiana, un sindicato heredero de la CISNAL (la organización sindical del partido neofascista MSI). Como ya adelantábamos e un artículo anterior, Vox presenta una organización dispuesta a infiltrarse en los centros de trabajo para hacer de rompehuelgas, buscando el voto obrero que necesitan para salir de un posible estancamiento en su competición con el PP. Para ello han expuesto en 12 puntos su programa sindical que incluye medidas como priorizar al trabajador español por encima del inmigrante, favoreciendo a la expulsión de este último del país; combatir a los sindicatos de clases y a las “ideologías nefastas”; una reforma de la Ley de Huelgas que favorezca a los rompehuelgas y a que el empresario pueda negociar con el trabajador de forma individual por fuera de los convenios; y combatir la “inmigración ilegal” promovida por las ONGS. También abogan por la “reindustrialización” del país favoreciendo en teoría al trabajador nacional.

Los 12 puntos del programa expresan en general un intento de Vox por imitar al Frente Nacional de Lepen en su momento en Francia, que aprovechó la crisis del Partido Comunista Francés para ganar el voto obrero. Para ello incluye medidas como la subida del SMI (sin mencionar una cifra) y la vuelta de trabajadores españoles emigrados, hablando de recuperar talento (sin indicar en qué condiciones); así como garantizar los mínimos para que los trabajadores puedan mantener a sus familias


¿Pero es que acaso Vox plantea combatir al empresario? ¿Es Rodrigo Alonso un traidor de clase? Nada más lejos de la realidad. Siguiendo los postulados clásicos de la ultraderecha, la forma de lograr estas supuestas “mejoras” para el trabajador nacional pasa por métodos xenófobos y por la destrucción de cualquier derecho sindical. De esta forma, para el sindicato de Vox, la forma en que los trabajadores van a mejorar sus condiciones materiales sería renunciando a la huelga como un mecanismo elemental de lucha contra la prepotencia patronal, permitiendo una reforma de la Ley de Huelgas que claramente favorece al empresario; la otra forma pasaría por expulsar del país a cualquier inmigrante en paro, recrudeciendo al mismo tiempo las condiciones de quienes tengan trabajo, que tendrían que “adaptarse culturalmente” (suponemos que adaptar significa esclavizar como tienen a muchas trabajadoras inmigrantes en el campo andaluz los mismos señoritos que votan a la ultraderecha).

A estas medidas se unen una serie de propuestas claramente destinadas a combatir a los sindicatos de clase aprovechando la decadencia de estos bajo la dirección de las burocracias sindicales; la ultraderecha señala la existencia de una casta de parásitos (burocracia sindical) que cualquier trabajador puede percibir y aprovecha su existencia para atacar a la idea en sí de sindicato de clase y de la lucha obrera. Así se permiten atacar a los sindicatos por promover “luchas ideológicas que no favorecen a los trabajadores” y los distraen de los problemas del país, que para el sindicato de Vox pasan por ser el feminismo, el separatismo y el comunismo. Las disputas ideológicas promovidas por los sindicatos de clase serían responsables de la destrucción de empleo y de industrias en el país. Para combatir a estos enemigos, proponen eliminar las subvenciones públicas a patronales y sindicatos, así como reducir y limitar las liberaciones sindicales con el objetivo de combatir a la burocracia.

“Olvídense de los ricos, los ricos son ricos por naturaleza”, afirmaba Alonso en un debate contra Adelante Andalucía (coalición andaluza de izquierdas que integra a Anticapitalistas, andalucistas y a IU) en el parlamento andaluz cuando se discutía una proposición no de ley para implantar un impuesto a la banca, una iniciativa impulsada por los anticapis.

El nuevo líder sindical de Vox ha mantenido una carrera polémica como diputado de la ultraderecha andaluza, no sólo con sus intervenciones sino con sus actos, como arrancar los carteles informativos de CGT de tablones en el Parlamento ignorando a las trabajadoras o enfrentándose a UGT. Rodrigo Alonso caracteriza a la perfección lo que Vox busca impulsando esta nueva organización, disputar no sólo el voto sino la posibilidad de organizarse a los obreros, destruyendo cualquier intento de autoorganización de estos e impulsando un mensaje xenófobo en los centros de trabajo.

Se abandona cualquier pretensión de fingir mínimamente colocando a una trabajadora al frente, como algún periódico había especulado durante el verano, y se afirma el carácter de clase (burgués) de esta nueva organización que nace con conflictos ya existentes con el anarcosindicalismo por el robo de nombre, pero también con simpatizantes de VOX que habrían acusado a Alonso de robarles la idea de un sindicato de derechas.

Expulsar a la ultraderecha de los centros de trabajo

Existe un claro peligro de que el autodenominado “sindicato” de Vox tenga cierto tirón y permita a la patronal dividir aún más a las trabajadoras en los centros de trabajo. La formación ya ha anunciado que tienen 5.000 afiliados en pocos días y aunque habría que ver de dónde provienen dichas afiliaciones (Vox tiene un gran peso en las fuerzas de seguridad del Estado y controla Jusapol, uno de los sindicatos de la policía), es previsible que pueda crecer favoreciendo sus políticas anti obreras.

Aunque exista consenso en que esto debe impedirse, debe debatirse el cómo evitar este crecimiento y no debe hacerse en abstracto sino de forma concreta, ya que existen una serie de factores que les pueden favorecer a la hora de extender su discurso de odio. No sólo por la situación de crisis económica y social que vivimos, sino también porque aciertan en señalar a las burocracias sindicales como castas parasitas de los trabajadores; esto último no es falso, es un problema real que sufre la clase trabajadora con el desarrollo de los sindicatos a lo largo del último siglo y que ha demostrado ser un verdadero obstáculo para los trabajadores en sus luchas en los momentos más delicados de estas batallas. La clave es que Vox no les molesta necesariamente la existencia de estas burocracias que pactan con la patronal y desactivan cualquier iniciativa de autoorganización, es más, les permite construir un muñeco de paja con el que justificar su discurso anticomunista y antisindical.

Por tanto, la estrategia a seguir para combatir a la ultraderecha en los centros de trabajo debe incluir también cómo combatir a estas burocracias que siempre van a colocarse en última instancia a favor del empresario, actuando como agente burgués dentro de las filas obreras, como un policía interno que delate y apuñale por la espalda a los obreros más concienciados. Combatir a las burocracias sindicales es combatir también el espacio que la ultraderecha tiene para maniobrar y ganar fuerzas para su discurso anticomunista. Para ello recuperar los sindicatos para la lucha e impulsar la autoorganización de las trabajadoras en sus centros de trabajo, impulsando asambleas donde se señale a las burocracias como falsas direcciones de lucha y se critique su estrategia de concertación social y su posición objetiva como agentes burgueses, es una de las claves para liquidar al “sindicato” facha de Vox.

El “sindicato” de Vox elige 

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