Eres fascista y no lo sabes

¿Nunca te has preguntado por qué se llegó a situaciones como las de Hitler en Alemania, Mussolini en Italia o Franco en España? ¿Por qué el fascismo se extiende hoy por países no hace mucho tiempo democráticos como Brasil, Bolivia, Venezuela, ayudado por los países neoliberales que aseguran que la amenaza es el comunismo? El fascismo siempre comenzó siendo un movimiento minoritario, pero ayudado por la pasividad y el misoneísmo de las clases media y obrera fagocitó cualquier respuesta democrática que le hiciera frente. En España cada vez hay más gente que se ofende cuando llaman a alguien (no necesariamente a él o ella misma) «fascista». Es verdad que se emplea con inusitada familiaridad este vocablo, pero esto no se debe a cierta ligereza de juicio político, sino a la naturaleza holística y acaparadora del movimiento que se postula como una ideología simplista y eficaz proclive a filtrarse en todas las clases sociales y pasar inadvertido a las inteligencias más sutiles.
¿De dónde viene el fascismo? Contrariamente a lo que se defiende en los medios de incomunicación españoles que intentan establecer una ruptura entre el franquismo y el fascismo e incluso quitarle la vitola de dictadura a este régimen (del que aún estamos viendo que no hemos salido), está más lejos de la uniformidad y esfuerzo bélico de los fascios italianos y el nacionalsocialismo alemán de lo que te cuentan. Y mucho más cerca de la aristocracia antisemita (antisemita porque competía directamente con ella en el asunto económico) y el capital, que siempre ha buscado el fascismo cuando la curva de la demanda no podía crecer más.
El fascismo nació en 1899 en el seno del partido Acción francesa de la mano del aristócrata francés Charles Maurras, alimentado por las crisis bélicas en las guerras franco prusianas, las crisis económicas y el juicio político financiado desde la ultraderecha contra Dreyfuss que dividió Francia. Los principios del movimiento son tan difusos como conmovedoramente simplistas. Y a tenor de la capacidad racionalizadora del ciudadano medio, inquietantemente eficaces. El movimiento de Maurras aglutinó el descontento social en torno a un chivo expiatorio, obviamente los judíos —aunque el judío es intercambiable por el homosexual, la artista, el transexual, la izquierdista, el feminista, el inmigrante, y en general cualquier colectivo que postule la igualdad social o cualquier individuo que no esté integrado en un colectivo— y un supuesto catalizador de los privilegios de estos, a saber, la izquierda comunista, que era tan inexistente en Francia como en Alemania después o España, cuando todos los problemas del régimen se resolvían con la alusión a la confabulación de la masonería comunista y el judaísmo (asombroso, también, que se adoptaran la formas más tradicionales y ultraconservadoras del antiguo testamento hebreo como método de enseñanza en las escuelas, ya que estas tenían nada que ver con los esenitas chrestianos del nuevo testamento y todo que ver con el sanedrín judío que se pretendía ofender).
La ideología es tan simple como las mentes de los que se la creen: cada pregunta tiene, en la ideología fascista, una respuesta: la patria. La patria como producto ideológico tiene el objeto de sustituir a la convicción democrática en la soberanía (de donde emana el poder), y a la no menos democrática creencia en la igualdad social, ya que el fascismo postula el respeto a la jerarquía por encima de cualquier posibilidad de elección personal y bebe de una filosofía nietzscheana mal interpretada y deformada hasta lo grotesco para convencer a sus seguidores de que hay hombres de verdad (españoles de verdad) y comunistas/masones/izquierdistas/judíos/decadentes... Con estos presupuestos la igualdad social y jurídica no solo pasa a un segundo plano (recordemos que Mussolini admitió la responsabilidad del asesinato del líder de la oposición, Matteoti, sabiendo, claro, que la justicia era él), también se construyen los obstáculos adecuados para que hombres y mujeres no sean iguales (el fascismo siempre culpa al feminismo de una desigualdad que crea el sistema capitalista, con lo que primero habría que desfacer el entuerto falso convenciendo a hombres y mujeres de que son iguales), y se retuercen los mensajes para que el lenguaje favorezca la identificación grupal y la denuncia de lo diferente.
¿Te gustaría saber si eres fascista?
¿SOY FASCISTA POR COLGAR LA BANDERA DE MI PAÍS DEL BALCÓN?
No, solo eres estúpido. Tu país no es soberano, no existe: es una entelequia controlada por multinacionales de varios países (que financiaron a PSOE y AP en su fundación) y Estados Unidos, cuya oficina central de inteligencia pactó con Franco la transición a lo que hoy llamamos democracia.
¿SOY FASCISTA POR ESCUCHAR LA COPE O ANTENA 3?
Depende de si lo escuchas para postular juegos cómicos con tus allegados después, o lo escuchas para que confirmen tus prejuicios y miedos. Si es el segundo caso, sí, eres fascista.
¿SOY FASCISTA POR CREERME MÁS ESPAÑOL QUE OTROS QUE NO PIENSEN COMO YO O NO SE SIENTAN ESPAÑOLES?
Claro. Como expliqué antes España solo es una excusa para que la Otan se forre cada año con tu dinero y los políticos tan españoles que dicen ser más españoles aprueben el CETA en la UE o bajen tu salario hasta mínimos insoportables. En este caso se aúnan fascismo y estupidez.
¿SOY FASCISTA CUANDO CONSIDERO (ENGAÑADO POR LOS MEDIOS) QUE COBRAR IMPUESTOS A LAS GRANDES EMPRESAS O PEDIR A LOS BANCOS QUE ME DEVUELVAN UN DINERO QUE ME HAN ROBADO SON COSAS DE COMUNISTAS?
No. Solo eres estúpido/a. La plena disposición de los poderes y legislaciones públicas como medio de redistribución de la riqueza es una medida pactada por todas las democracias LIBERALES después de la segunda guerra mundial. Si te parece bien que te roben y dejas que dirijan tu opinión después para exculpar a los ricos que te roban, y culpar al comunismo que no existe, es que te faltan dos hervores y te acercas peligrosamente al manipulable caldo de cultivo que desean para el fascismo.
¿SOY FASCISTA SI PIDO QUE MATEN A RIVALES POLÍTICOS DE UN TIRO EN LA NUCA?
Depende. Si son comunistas (o los medios te engañan diciendo que lo son), te considerarán un patriota. Si no, eres un etarra (es mejor ser fascista que marxistaleninista, nos cuenta el Jiménez Losantos de turno cada dos eones).
¿SOY FASCISTA SI DESCONFÍO DE LOS DATOS, LAS PRUEBAS, LOS ARGUMENTOS CONTRASTADOS Y PREFIERO LAS APORÍAS NO FALSABLES?
Pues se diría que tienes todas las papeletas: el fascismo se sustenta en una veneración de lo irracional, la fuerza bruta, el mito. Todo lo intelectual, lo razonado racionalmente le parecen juegos de prestidigitación confusos. Esa funesta manía de pensar... (decía Fernando VII.)
¿SOY FASCISTA SI SOY FASCISTA?
Richard Feynman te diría que sí. Amancio Ortega y Susana Griso te dirán que no existe el fascismo y que nunca puede haber un fascista.
¿QUÉ ES SER FASCISTA?
No leer, no pensar, no cuestionar. Tomar como propias las excusas de una élite que destruye el futuro de tus hijos y tu propio presente y preferir eso al cambio. Ya sea porque tienes miedo o porque realmente te sientes superior a otros, sí, eso es ser fascista.

Comentarios