Ningún voto perdido en la izquierda, toda, tiene que salir a la ofensiva


El tema que tiene que centrar la campaña de las izquierdas, de todas, es la necesidad de hacer frente a las desigualdades sociales que han crecido durante la crisis. Y por tanto la necesidad de políticas fiscales más progresivas y directas que repercutan sobre los que más tienen y que nos acerquen a los niveles de fiscalidad europeos. Una fiscalidad que nos permita mejoras en la sanidad, la educación y la dependencia, pero a la vez se han reforzar los derechos laborales y sindicales haciendo entrar la democracia en las empresas, y continuar en la defensa de los derechos sociales y de igualdad de género. Todo esto a la vez que levantamos una bandera como país para mejorar el funcionamiento de la Unión Europea.
La izquierda política, toda, tiene que salir a la ofensiva con la que es objetivamente su bandera propia, la de la lucha por la igualdad, la fraternidad y la solidaridad, para conseguir un estándar de bienestar para los ciudadanos concretos de acuerdo con lo que el país puede y debe ofrecer.
Nunca debe hacerse una campaña a la defensiva sobre el miedo de que llegue la derecha. La defensa de las propias convicciones es la mejor forma de rechazar las propuestas de desigualdad, de austeridad y de clasismo que las tres derechas defienden y que no hay duda que situaría a la mayoría de la ciudadanía en un país menos libre, menos igualitario y con unos proyectos caducos de sociedad que hay que superar de una vez.
No puede volver a pasar como en Andalucía, no puede ser que la gente progresista y de izquierdas no se sienta motivada, al contrario esté desmotivada para ir a votar. El triunfo de la derecha lo pagarían las clases trabajadoras y el conjunto de la ciudadanía. Pero para conseguirlo ganar la izquierda tiene que despertar ilusión en una propuesta de futuro. Es por ello que las izquierdas tienen que tener discursos serios en el contenido y que sean explicados de forma clara y asequible para el conjunto de la ciudadanía. Y que todos vayan más a disputar el voto a la derecha que a competir con el resto de las fuerzas de izquierdas. La derecha siempre sabe unirse porque tiene muy claros cuáles son los intereses que defienden todas ellas, los intereses de clase de los poderosos, la diferencia, la desigualdad, el individualismo egoísta y el conservadurismo social.
Hace falta quela gente trabajadora y progresista de todo el país haga un voto por su futuro. Un futuro de ilusión, de cambio, donde las personas sean la prioridad y no las cifras macroeconómicas. La gente tiene que expresarse con total pluralidad por la fuerza de izquierdas que considere más acertada o más útil, sea el PSOE, Podemos, IU, Compromís o cualquier otra con posibilidad de salir y de disputar el voto a la derecha. Y con voluntad de constituir un futuro gobierno de progreso, la fórmula del cual ya se concretará desprendido de los resultados. Miramos como con todas las dificultades se consiguió hacer la moción de censura, y una brisa de aire fresco recorrió el país. No posamos las diferencias por delante, sino la necesidad de unidad. Primero la unidad de las izquierdas y desprendido si hay que completar una mayoría ya se verá con quién. En este sentido sería una imagen positiva que allá donde fuera posible y de cara a las elecciones al Senado se pudieran hacer candidaturas plurales de izquierda, como en otro tiempo se hicieron por ejemplo en Cataluña.
Y cuando hablamos de la izquierda, tenemos que hablar también de la izquierda social, especialmente del sindicalismo de clase que se tiene que comprometerse de forma clara con este proceso, sin partidismos pero con exigencias. Hay que exigir a los partidos de izquierda que se comprometan con un programa de cambio que tenga en cuenta a los interlocutores sociales, que se comprometan a reforzar el papel de la negociación colectiva, de la concertación del gobierno con los agentes sociales, a potenciar nuevas formas de participación de los trabajadores en el sí de las empresas. No se puede tener una democracia amputada en las empresas donde impera la dictadura del capital, se tienen que dar pasos en la democratización en el campo de la empresa, todo lo contrario del que ha hecho la derecha que ha recortado incluso el derecho constitucional a la negociación colectiva. Porque los partidos de izquierdas tienen que tener claro que el cambio solo será posible y durable si existen estructuras sociales fuertes y organizadas.
El 28 de abril hace falta que ningún voto de izquierdas se quede en casa y para conseguirlo hace falta una fuerte movilización de la izquierda política y social con propuestas de futuro contra las desigualdades.
Elecciones 28 de abril: ningún voto perdido en la izquierda, de:

Comentarios