Con todo el cariño (es un decir), pero a la familia, que tanto está protestando, le pueden ir dando por donde amargan los pepinos. Porque bastante es que no se les haya confiscado esa herencia de sangre que con tanto placer recibieron del abuelito, como para que además se les permita chantajear al Gobierno.
Y lo mismo se puede decir de la Iglesia, que debiera mostrarse (como ya empieza a hacer) mucho más cauta con sus posicionamientos, no vaya a ser que a alguien le dé por empezar a tocar de verdad sus infinitos e injustificados privilegios. Aunque seguro que con esta gente de las sotanas de colores no habrá problema: apuntas un poco al bolsillo y se adaptan que da gusto. No en vano llevan dos mil años adaptándose sin importar quién estuviera al mando.
Así que, que la Franco-family vaya empezando a olvidarse de Almudenas y peregrinajes fascistoides y que se metan al difunto donde les quepa, porque esa momia, a pesar de sus deseos, no va a tener espacio en el céntrico y católico museo de los horrores.
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