No resulta extraño que allende nuestras fronteras no se entienda nada sobre la polémica suscitada en los medios de comunicación españoles y por las organizaciones políticas derechistas, sobre el traslado o no de los huesos del dictador Francisco Franco.
Para un alemán o un italiano resulta insólito que 70 años después de que el fascismo fuera atronadoramente derrotado en Europa, en España se continúe debatiendo sobre si el homónimo ideológico de Hitler y de Mussolini en esta hispánica península deba permanecer o no en el suntuoso megamausoleo que se hizo construir él mismo, para que sus huesos tuvieran allí su terminal depósito.
Lo que probablemente no conozcan bien ni los italianos, ni los alemanes, ni los europeos, ni el mundo en general, es que en España quienes se encargan desde hace siglos de administrar nuestros destinos se piensan muchas veces las cosas antes de proceder a ningún tipo de cambios, incluso si se trata de un dictador condenado por la historia.
Los testimonios del pasado ponen en evidencia que ello ha sido siempre así. Ahí estan las pruebas. Comenzamos a hacer la Revolución Industrial con más de un siglo de retraso en relación con nuestros más próximos vecinos. Abolimos la Santa inquisición - una creación patria, por cierto - cuando en el resto de Europa ésta ya se había convertido en una maloliente antigualla.
Durante los siglos XIX y XX estuvimos proclamando a los cuatro vientos aquel unamuniano y desgarrado grito de "¡que inventen ellos!", porque entre nuestras clases"pensantes" se tenía la firme convicción de que la Ciencia era un aquelarre inventado por los mismísimos demonios.
Y ahora, transcurrida la friolera de más de 70 años de la atronadora derrota del fascismo en Europa, y 40 años desde la desaparición en España de uno de sus más insignes representantes, nuestra derecha carpetovetónica todavía se desgañita discutiendo sobre si mandar o no al "generalísimo" y sus huesos al trastero de la Historia.
Este hilarante vídeo-reportaje nos puede dar una medida aproximada de cuál es realmente la naturaleza de nuestro "regreso al pasado", y cómo éste es apreciado desde fuera.
Comentarios
Publicar un comentario